Acorde a los datos aportados por una investigación en conjunto entre la Escuela de Salud Pública y la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston (Estados Unidos), el alcohol podría ser un producto dañino para los pacientes diagnosticados con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
La conclusión surgió a partir de una intervención hecha a 198 pacientes. A cada participante se le pidió una muestra de sangre; centrando la atención del análisis en los biomarcadores asociados con el metabolismo óseo (un largo proceso que consiste en absorber el tejido óseo viejo y crear estructuras nuevas) y con el consumo reciente de bebidas alcohólicas.
Además, los médicos controlaron factores asociados a la edad, el sexo, la etnia o la raza, los progresos en el tratamiento y la cantidad de vitamina D presente en el organismo del enfermo.
“Descubrimos que hay una asociación significativa entre el consumo de alcohol y los niveles de procolágeno sérico tipo 1 N-terminal (P1NP), un marcador de formación ósea. En promedio -por cada vaso que consume un individuo con VIH- sus niveles de proteína P1NP disminuyen fuera del parámetro saludable. Esto ocasiona mayores probabilidades de sufrir de osteoporosis, fracturas y deterioro funcional”, detalla Theresa W. Kim, miembro del programa de Educación Clínica en Investigación de Adicciones (CARE) de la institución británica.
“La situación se aplica también a pacientes que han suprimido sus cargas virales con una terapia antirretroviral”, agrega la doctora. Dichos apuntes fueron presentadas en un artículo de la revista “Alcoholism: Clinical and Experimental Research” y recabados por la agencia de noticias Europa Press.
El proyecto fue financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo: espacio que abarca a usuarios que viven con la patología y que han experimentado o viven con algún trastorno relacionado al consumo de drogas y tragos con graduación alcohólica.